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Boletín informativo
Entrevista con la realizadora Euzhan Palcy galardonada con un César |
Escrito por Olivier Barlet |
Domingo 14 de Octubre de 2018 00:00 |
[La siguiente entrevista tuvo lugar en Cannes, durante el festival del 2011] [Traducciones del francés por Rafael Izquierdo-Valladares, Máster (MA) en Estudios Hispánicos y doctorando en Literatura Comparada, opción literatura hispánica] O.B. ¿Qué siente usted mientras Rue Cases nègres va a ser presentada en la prestigiosa selección Cannes Classics en presencia del ministro de cultura francés Frédéric Mitterrand? E.P. Es un gran honor, un auténtico placer, sobre todo cuando vemos hasta qué punto esta selección es prestigiosa. Cuando salió la película, soñaba con estar en una selección de Cannes, pero este no había sido el caso. Yo comprendía que hay tantas buenas películas y que la competencia era ruda, pero como antillana francesa estaba decepcionada porque tenía muchas ganas de que existiéramos en la pantalla. Pero fue seleccionada en Venecia y en 1983 fue la película francesa más vendida en el extranjero. Más de 20 años después, Cannes reconoce la película: ¡se cierra el círculo! O.B. Pero esto representa una consagración tardía. ¿No hay aquí un signo de actitud, la de una sociedad francesa a la que le cuesta reconocer su parte antillana? E.P. Sin duda. Yo me fui de Francia en su día por culpa de este tipo de comportamiento. Tras el éxito de Rue Cases nègres, me dije que las cosas iban a avanzar y que veríamos más películas de las Antillas francesas, pero fui una ingenua. Había que desplegar mucha energía en esta película. Y al final ha sido la que me ha abierto las puertas de Hollywood. En Francia, estábamos listos para una Rue Cases nègres 2, pero nada más. Tenemos que demostrar nuestra competencia permanentemente. Un combate ganado no es suficiente para solucionar un problema definitivamente: es como un campeón que debe reconquistar su título permanentemente. Como antillana francesa hay que ser la mejor. Hay que trabajar diez veces más que los demás para ser reconocida. Y cuando se es reconocido, nunca hay que darlo por hecho. O.B. ¿Por eso se marchó usted? E.P. Sí. Porque estaba llena de proyectos. Los americanos me propusieron diversas películas. Yo tenía ganas de continuar en Francia, pero esto no era posible. Cuando volví tenía magníficos proyectos adaptación de una novela o guiones originales, pero siempre con protagonistas de color. Ahí estaba la dificultad. Llegué en un momento de cambios, en el que el cine ya no estaba financiado por el cine sino por la televisión. Es lo que bloqueaba: mis proyectos fueron rechazados porque me decían, muy abiertamente, que la gente cambiaba de canal cuando veía personajes de color en la pantalla. ¡Era, no obstante, el caso de Rue Cases nègres! Y después me decían que si tuviera a Depardieu o a Daniel Auteuil en uno de los roles principales sería más viable… Era insultante. Puedo aceptar la idea de que me insulten en un país que no es el mío: puedo decirme a mí misma no hay sitio para mí, pero Francia es mi país. Después de los años de lucha por Rue Cases nègres y de su éxito, que ha dado mucho dinero a Francia, estaba indignada y volví a los Estados Unidos. He aprendido mucho en Hollywood, desarrollado muchos conocimientos, trabajado con diferentes estudios. No se hicieron todas las películas, es culpa de Hollywood, pero por otras razones que en Francia. Y entonces me dijeron que en Francia las cosas habían evolucionado, que la nueva generación había oído hablar de Rue Cases nègres a sus padres pero no conocían mi trabajo. Cuando vi los sucesos de las afueras, con los chicos que prendían fuego a los coches, aquello me hizo reflexionar. Como cineasta, que tiene un cometido pedagógico, había que hacer algo con aquellos jóvenes que no existían en nuestras pantallas. En lugar de darles roles de héroes positivos en las producciones, se les filma como a monos enjaulados. Así fue como pedí una cita con Etienne Mougeotte, director de programas en TF1, diciéndome que esta cadena tenía más dinero que las demás y que llegaba a la gente. O.B. ¿Esto desembocó en algo? E.P. Tuvimos una verdadera discusión. Al principio él estaba a la defensiva, pero yo no había ido con revólveres en los bolsillos. Le dije que me erigía en portavoz de esa parte de la población que él dejaba desatendida. Le propuse ir al fondo del asunto: ¿por qué afroamericanos en las series americanas que programan y ninguno en los roles positivos en las producciones francesas? Obama ha quedado servido por el hecho de que las películas y series favorecían el cupo de afroamericanos en los roles importantes, incluso el de un presidente. No menosprecio la televisión: ¡hemos conocido una época en la que se decía que aquellos que hacen televisión son unos miserables, realizadores de poca monta! Hay películas realizadas para la gran pantalla y otras para la pequeña. Yo digo a menudo a los jóvenes con los que trabajo que no hay que aspirar solamente a la gran pantalla, porque a veces se hacen películas magníficas para la pequeña. Se puede ser más conocido a través de la televisión que por el cine, vista de su penetración en los hogares, mientras pululan las películas que no duran más de una semana en las salas. Mougeotte me aseguró que me había comprendido y me anunció una gran sorpresa. Era la llegada de Harry Roselmack para presentar las noticias en la televisión. O.B. ¿Pero no era una excusa para ocultar el bosque? E.P. Sí. Era el afro francés de turno como hay el árabe de turno, como en los juegos. Se les pone bien en el eje de la cámara detrás del animador para señalar bien su presencia: esto no engaña a nadie. Pero nosotros queremos ser actores: ocupar el lugar del animador. Como decía Césaire: “dejad entrar a los pueblos de color en la escena de la historia”. Mougeotte lo comprendió, pero esto no cambió gran cosa. O.B. Porque la cuestión es, de todas formas, pasar del rol de excusa a la posibilidad de representar imaginarios propios en el marco de una diversidad cultural asumida. E.P. Es exactamente así. O.B. Y todavía no estamos ahí E.P. Exacto. Cuanto más envejezco, observo las cosas con más agudeza y tengo mis dudas. Francia aún no ha solucionado su contencioso con sus antiguas colonias. Un país como los Estados Unidos, que era tan racista, ha hecho un trabajo enorme en lo relativo a los derechos de los afroamericanos. Nunca se hubiera podido imaginar la elección de Obama. Francia ha retrocedido: lo que se práctica es una verdadera esquizofrenia. O.B. Finalmente, ¿Qué llega usted a hacer en las televisiones francesas? ¿Más bien documental que ficción? E.P. La televisión francesa no me ha propuesto nada aparte de una mini serie, "Les Mariés de l'île Bourbon", que acepté hacer porque era un tema sobre población de la isla de Reunión y porque me parecía interesante poder dar por fin una voz a los Malgaches. Me sentía interpelada por este pueblo maltratado por la historia. Si mañana hubiera algo que hacer sobre los canacos, lo haría sin dudarlo, porque son pueblos que me interpelan. He hecho mi trabajo honestamente y el resultado me parece correcto. He tomado como actores malgaches a personas que he conocido en un mercado de Reunión. Los he formado durante una semana y son fabulosos. Se diría que son actores que tienen veinte años de carrera. De hecho, siguen actuado, entre publicidad et pequeños roles. O.B. ¿La trilogía "Césaire et Parcours de dissidents" eran sus propias proposiciones? E.P. Sí, y es cierto en todo lo que he hecho en términos de producción documental, lo que me ha hecho dejar de lado mis largometrajes y retrasarme mucho en mis proyectos. Césaire me ha llevado tres años de mi vida. Es enorme, pero no me arrepiento. Es lo más completo que hay sobre Césaire. He rodado en varios países y pasé tres meses con él, 40 horas de entrevistas. La trilogía no dura más que tres horas: todavía hay muchas cosas almacenadas. En "Parcours de dissidents", había que rendir homenaje a esos hombres y mujeres que partieron, arriesgando sus vidas, hacia Saint-Martin et Sainte-Lucie respondiendo a la llamada del general de Gaulle para liberar a Francia. Fueron entrenados por los americanos y combatieron con el uniforme americano. Estuve luchando durante cuatro años para que el gobierno francés reconociese el gesto de estos jóvenes. O.B. Aquí es donde una película puede cambiar las cosas. E.P. Es la razón por la que creo enormemente en la fuerza de la imagen. No dejo de repetirlo. El cine y lo audiovisual son armas extremadamente poderosas para cambiar el mundo o para destruirlo, pero también para acercar unos pueblos a otros. Reconocer así al otro le permite tenderle la mano o aceptar la mano que él le tiende. Esto lo comprendí muy pronto y es por lo que decidí ser cineasta. O.B. Así pues, ¿el hilo conductor de su trabajo es restaurar una voz y una memoria ausentes de las pantallas? E.P. Sí, aunque me digan que deje de volverme hacia el pasado. Dejo le presente a los demás. Lo que me interesa con mi cámara es levantar el velo de toda nuestra Historia, lo que ha sido ocultado y enterrado, deliberadamente o no. Soy historiadora en el alma. Me apasiona trabajar sobre la memoria. Soy como un antropólogo que hace excavaciones y descubrimientos. Son pepitas. Y mi preocupación es compartirlas con el mundo, no solamente con mi comunidad. No soy sectaria en absoluto. Somos ciudadanos del mundo y yo me alineo en ese marco. O.B. ¿Cuáles son hoy día sus deseos y su enfoque de trabajo? E.P. ¡Me gustaría ganar la lotería o conocer a un mecenas! Para no deber nada a nadie, dejar de llamar a las puertas y oír decirme que el color de mi piel es demasiado oscuro. Mi cine no es un cine revanchista o de ajuste de cuentas. Es un cine de apertura hacia el humor, un cine de cultura para acercar a la gente al tiempo que se divierte, porque soy una enamorada de la belleza y de la música, de las grandes películas dramáticas y épicas. O.B. ¿Cuál sería su urgencia? E.P. ¡Tengo una serie de proyectos en mis cajas de cartón! Empezaría por una película con la que cargo desde hace quince años sobre la primera mujer piloto del mundo de color. Sé que esto interesaría a la juventud actual. O.B. ¿Piensa que los jóvenes necesitan figuras de héroes de color? E.P. Sí, pero no hablo solo de los jóvenes de color, Esto permitiría ciertamente a los jóvenes de color tener puntos de referencia y comprender que son guapos e inteligentes y que son capaces de hacer y perfeccionar, como decía Césaire en el Cahier d'un retour au pays natal, que existe un lugar para todos en la cita con la conquista y que no es cierto en absoluto que no tenemos nada que hacer en el mundo, que nosotros parasitamos el mundo, porque ninguna raza tiene el monopolio de la belleza, de la inteligencia y de la fuerza. Esto incumbe también a los jóvenes que no son minorías y que rechazan por desconocimiento o por miedo al otro. O.B. ¿Hollywood ha representado una experiencia de libertad para usted? E.P. Mentiría si dijese que no he sido feliz en Hollywood. No fui allí por mí misma: me llamaron. La Warner me había llamado en primer lugar y yo había contestado con una negativa. Cuando Robert Redford vio mis cartas me dijo que había que lanzarse. Fue así como desarrollé con la Warner Une saison blanche et sèche, que al final fue hecha por la Goldwyn Mayer. He trabajado con seis estudios americanos y siempre se me ha respetado. Obtuve el final bonito (mantenerse responsable del montaje, NdR) cuando, en general, no se le atribuye al realizador. Una vez mantuve un pulso con Marlon Brando: yo había cortado una escena en la aparecía él, pero que era imposible conservar. A él le importaba mucho, pero yo sabía que no podía dejarla. El estudio me había apoyado contra todo pronóstico: también acató el hecho de no tomar más que a sudafricanos para los actores de color, algo que yo quería absolutamente. Hice allí mi casting con toda libertad. ¡Cry Freedom (Grita Libertad), son actores americanos! He rodado con Disney The Killing Yard sobre la historia de la prisión de Attica: conseguí todo lo que pedía porque tenía la reputación de ser formal. Rodamos en Canadá, en una prisión que se parecía a la prisión, pero yo quería un plano de la auténtica prisión, que es tan mítica. Tres días antes del final del rodaje, la prisión de Attica había aceptado que filmase con un equipo reducido: puse en escena la prisión en función de lo que ya había rodado y del montaje que anticipaba. O.B. ¿Nada que reprochar a Hollywood? E.P. Nada, a excepción del problema de que numerosos proyectos no llegan a terminarse. O.B. Usted había trabajado, en efecto, durante tres años en un proyecto de animación con la Fox que no pudo hacerse. E.P. Efectivamente, esta hubiera sido la primera película de animación, enteramente de color, producida por una sociedad cinematográfica de envergadura. Pero la película que la Fox había producido con anterioridad fue un fracaso en las salas y Murdoch había decidido desconectar del todo. Cerró el estudio de animación, en Arizona, en el que trabajaban 400 personas. Estaba muy decepcionada, pero hay que saber esperar. ¡He recuperado el proyecto y se realizará! O.B. Usted ha producido a un joven realizador africano, Moly Kane, cuya película Moly se proyectó en Cannes al mismo tiempo que Rue Cases nègres. ¿Cómo llegó esto? E.P. Estaba en Dakar con ocasión del festival de las artes de color y hubo allí una proyección de cortometrajes de jóvenes realizadores. El de Moly Kane me había conmocionado. En su película muestra cómo su hándicap no es una fatalidad y que las cosas pueden cambiarse con voluntad. También muestra que son hándicap no es su pierna, sino la mirada de los demás. La película estaba hecha con poca cosa, con mini-DV, pero el mensaje era tan conmovedor que lloré viéndola. El realizador era el actor: lo que contaba era su historia. Yo acababa de firmar con los americanos para una película. Con ese dinero le regalé una prótesis, porque si quiere ser cineasta le hace falta una: dos muletas, es demasiado duro. Proponiéndole invitarlo a Cannes, quise mostrar que estos jóvenes tienen talento. Llamé a Thierry Frémaux, quien me dijo que era necesario visionar la película. Pero la película no era lo bastante robusta. Entonces propuse a Moly hacer un remake de la película con un pequeño equipo que le enviaría. Aceptó diciendo que él consideraba la primera como un borrador. La rodó de nuevo mejorando y trabajando más la historia y la actuación de los actores, así como los decorados. Tiene una firma. Es el relevo del cine senegalés. Envié la película a Thierry Frémaux, que me respondió muy deprisa por email: “¡Definitivamente sí!”. ¡Y a partir de ese momento la película de Moly figura en el catálogo, con su foto! O.B. ¿Pudo venir a Cannes él mismo? E.P. Yo quería absolutamente que fuera así. Me arruiné para poder traerlo, pero tuve ayudas para su billete de avión. O.B. Hubo graves problemas de visado que retrasaron su llegada. E.P. Sí, ¡aquello fue lamentable! Pero intervino mucha gente en una magnífica cadena de solidaridad, ¡hasta tal punto que Moly me dijo que habría que hacer una película sobre esta rocambolesca historia! O.B. He aquí que la historia de esta producción ilustra lo que ha dicho anteriormente. E.P. ¡Cuando le dije que iba a subir los escalones y que necesitaba un esmoquin, sabiendo que había también un amigo que debía venir, Ousmane, al que llama su ”segunda pierna”, empezó toda una búsqueda épica que yo seguía a distancia! Ousmane es la muleta de Moly y el festival los invitó a los dos. Filmografía parcial: Realizadora • 1975: La Messagère, telefilme Guionista • 1975: La Messagère Productora • 1975: La Messagère Condecoraciones, recompensas y distinciones parciales: • 1984 César a la mejor ópera prima por Rue Cases Nègres (qui a reçu en tout 17 prix internationaux) Otra entrevista interesante para ver: https://www.youtube.com/watch?v=i5sSTtlbZzU
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